TRAMARON MATAR A TRUJILLO EN EL SUR PROFUNDO:
Primero lloraron a Trujillo, pero después “picaron” su busto en el
parque
Por Emiliano Reyes Espejo
ere.prensa@gmail.com
-“Ay Dios mío, parece que murió alguien donde don Tomás”, expresó Juliana, una residente de la comunidad. Caía la tarde de
aquel 30 de mayo de 1961 y Juliana y sus hermanos iban para un pequeño “conuco”
que su padre tenía cerca del “regolón”, un derivador de las aguas del río Yaque
del Sur que pasa por las cercanías de varias comunidades, entre ellas
Monserrate y Tamayo. El canal es usado por la industria azucarera de
Barahona para llevar las aguas que usa para irrigar sus cañaverales en la zona.
Se devolvieron corrieron hacia la casa de Tomás para ver qué ocurría
realmente y por qué los gritos.
¡Ay lo mataron! ¡Ay lo mataron! ¡Mataron al jefe…! ¡Ay qué será ahora del país! ¡Esto será una desgracia! La
familia de éste se ahogó entre llantos. Las hermanas de Juliana se sumaron a
estas perturbadoras lamentaciones.
La noticia recorrió rápidamente por todo el barrio La Sombra. Se
esparció de manera inusitada y rápida en la pequeña población. Las personas del
lugar, niños, jóvenes y adultos lamentaron los hechos, mientras otros tenían la
creencia de que no era cierta la muerte del “Jefe” porque estaban mentalmente
convencidos de que éste era inmortal. Se pensó que pudo ser una trampa
del régimen para ver quiénes eran sus enemigos. En tanto, mujeres del lugar
caían “con la gota” por el fuerte impacto de la noticia.
Trujillo a través de adláteres y sus élites intelectuales apoyadas en el
escarnio, las feroces persecuciones a opositores y el abono incesante a la
ignorancia, crearon un ser mítico que hizo que algunos dominicanos llegan a
creer que era una especie de Dios terrenal.
Trujillo inmortal
“He creado un monstruo”, expresó a su
familia que le visitó en la cárcel el intelectual santiaguense Rafael Vidal
Torres, quien fuera estratega de la campaña de Rafael Leónidas Trujillo Molina
en el Cibao cuando éste ganó la presidencia a Horacio Vásquez en 1930. Se ha
dicho en los anecdotarios que Vidal Torres fue el primer preso político del
recién instalado régimen trujillista.
Los trabajos sistemáticos y perversos de intelectuales de la época llegó
a convencer a muchos la de que Trujillo era como una especie de ser
inmortal y que su desaparición acarrearía una catástrofe para el país. Pero el
ajusticiamiento del sátrapa el 30 de mayo de 1961 quitó la venda a los
dominicanos, a los cuales llegó la verdad y la libertad.
Víctimas de Tamayo
Aunque casi toda la población lloró desconsolada la muerte del artero
gobernante, no ocurrió así con los familiares de Amable y Rafael Reyes –dos
sargentos de la Fuerza Aérea Dominicana oriundo de Tamayo que fueron
asesinados, los cuales participaron en la histórica “Conspiración de los
Sargentos” que se registró en la Base Aérea de San Isidro.
Estas familias y las de Negro Reyes guardaron silencio mientras otros
lloraban al dictador. Aborrecían calladamente al verdugo, pero no se atrevieron,
tanto las familias de Rafael, Amable y Negro Reyes a expresar su júbilo
por este ajusticiamiento, porque ellos, al igual que otros miembros de la
población temían a las represalias de los descendientes del sátrapa.
Al comerciante Negro Reyes, otra víctima tamayense de la persecución
trujillista, la dictadura le prohibió ejercer el derecho pese a ser un graduado
universitario. Nadie se atrevía a expresarse, cundía entonces un miedo
patológico y un temor irracional lo invadía todo.
Cuando llegamos a la casa de don Tomás y nos dijeron entre gritos que
habían asesinado a Trujillo, ingenuamente expresé, como cosa de niño, que no
importaba y pregunté por qué lloraban tanto. De inmediato mis hermanas me
mandaron a callar. –“Cállese, que tú no sabes lo que habla”, mientras irrumpía
en llantos.
Trujillo había visitado a Neyba y a Tamayo durante un recorrido que
realizó por todo el Sur Profundo, pocos días antes de su ajusticiamiento. Allí
fue aclamado por lo más excelso de las sociedades locales, así como por sus
moradores, mayormente campesinos que les idolatran, ignorando que se trataba de
un ser despreciable.
¿Planificaron muerte de Trujillo en Neyba?
Nos cuenta el doctor Phillips Arias, especialista de la medicina que ya
está retirado en su natal Tamayo después de ejercer la medicina en la capital,
que “Trujillo visitó a Tamayo el 30 de abril de 1961 y luego a Neyba el 7
de mayo, es decir, una semana después”. Se rumoró entonces que se había
fraguado un plan para asesinar al Jefe en una de esas visitas, esto nadie
todavía lo ha desmentido ni confirmado, quedando todo como una conjetura de
perfil histórico.
Los estudiantes de Tamayo fuimos llevados a Neyba durante la visita del
jefe a esta provincia. Desfilamos en medio de algarabía, ambiente festivo que
amenizó la banda de música local y expresiones de adhesión al “Benefactor y
Padre de la Patria Nueva”. Luego nos llevaron al liceo donde nos brindaron
panes y “Trópico”, una bebida achocolatada muy popular en las escuelas.
Cuando repartían los panes, uno de los niños agarró el saco de pan por
el fondo y lo desparramó por toda el aula. Los infantes nos los
disputamos mientras volaban por los aires. Atiné a coger algunos panes en una
esquina del salón, pero aunque tenía hambre no pude comerlo porque estaban
elástico como de goma. Recuerdo que mordí uno en un extremo,
“estericándose” tanto que opté por no comerlo por temor a golpearme en la
cara.
Nunca las calles de estas comunidades estuvieron más limpias y sus
mujeres se pusieron más hermosas para recibir al Jefe.
Lo más granado recibe al “Jefe”
La visita de Trujillo a Tamayo constituyó un imponente desfile de
exaltación al dictador. Funcionarios públicos, estudiantes y más de un centenar
de agricultores de toda la zona marcharon exhibiendo los más hermosos e impresionantes
racimos de plátanos y guineos, mangos, cocos, guanábanas y otros rubros
agrícolas y pecuarios.
Agricultores montados a caballos y las jóvenes damas de la zona
rindieron un frenético homenaje al “jefe”, todas muy hermosas. “Para la visita
de Trujillo a Tamayo, Fabián Matos tenía 24 hijos, recuerdo que el cruzacalle
decía: “Fabián Matos y sus 24 hijos le da la bienvenida a Tamayo al
Generalísimo Trujillo”, nos expresó el doctor Arias. Refirió con nitidez
fotográfica que aquel letrero estaba ubicado frente a la casa de doña Picle, en
la actual avenida de la Libertad.
Y agregó: “En esa ocasión estábamos involucrados en la lucha por el
Liceo Secundario los jóvenes Francisco Gómez Arias, Luis Máximo Gómez (Luis
Tolín) Dionicio Geraldo Jáquez, Rafael Rodríguez Beltré, Jorge Reyes y Reyes y
yo que logré entrevistarme con Trujillo y giré por la creación del Liceo y me
respondió afirmativamente”.
En cambio Sotico, reconocido decimero del pueblo, quiso subir los
escalones para llevar una petición a Trujillo. No obstante usar muletas para
caminar, esto le fue impedido por uno de los flanqueadores del mandatario,
dando lugar este episodio a que el ingenioso Sotico escribiera una décima que,
entre otras cosas, decía:
“A la llegada del jefe
al Palacio Municipal
me cogieron a Sotico y
lo pusieron a volar…”.
La muerte de Trujillo
era algo irreversible. “Muerto el perro, se acabó la rabia”, reza el
refrán. Grupos de jóvenes y adultos comenzaron entonces a expresarse en repudio
al régimen en este lejano poblado del Sur. Entre estos estaba Martire Mesa,
integrante de una reconocida familia del lugar, llegó allá procedente de Santo
Domingo y se puso al frente de las protestas que recorrían las calles a gritos
y consignas en repudio del asesinado gobernante.
“Mataron al chivo en
la carretera,
Déjenmelo ver,
déjenmelo ver, déjenmelo ver…
Mataron al chivo y no
me lo dejaron ver…”.
La gente salía a
recorrer las calles en repudio a los trujillistas. Jóvenes de la localidad
estaban al frente de las protestas.
-¡Popopóooo,
popopóooo, llegó Martire Mesa! “¡Abajo Trujillo!
¡Muerte a los calieses!, vociferaban.
Mesa conglomeró
a un grupo de personas en el parque de Tamayo donde estaba la efigie de medio
cuerpo de Trujillo y comenzaron a derribarla con picos y mandarrias. En primer
lugar, Trujillo visitó a Tamayo el 30 de abril de 1961 y luego a Neyba el 7 de
mayo de 1961, es decir 1 semana después.
Relata Arias que
Martire Mesa llegó a Tamayo en el 1959 a raíz de un plan de emergencia donde se
comenzó a construir el tramo de calle desde la casa de Félix Bueno hasta el
puente del “regoloncito” antes de llegar a Hato Nuevo.
Destrujillización en
Tamayo
“El grupo que comenzó
la destrujillización –apuntó el doctor Arias- estaba compuesto por miembros de
Unión Cívica Nacional, entonces agrupación patriótica (no partido político) y
el 14 de Junio”. Explicó que dicha comisión estaba formada por Martire
Mesa, Carlos Bueno (Charles), Luis Máximo Reyes González (Luis Tolín). Los
hermanos Bolívar y Negro Agramonte, en representación de Unión Cívica Nacional;
por el 14 de Junio estábamos: Negro Reyes, Renatico Arias, Garibaldi Reyes, Rafael
(Fellito) Montes de Oca y este servidor.
También, estaba Jorge
Reyes y Reyes (Chichi el de Manuel Beto) que eran del PRD, pero entonces este
partido todavía no tenía estructura, solamente simpatizantes. “Esa comisión
además decidió cambiar los nombres a las siguientes calles: Al Generalísimo
Trujillo se le puso Avenida de la Libertad; a la José Trujillo Valdez calle
Duarte; la Ramfis se le asignó a Amable Reyes, la Radhamés a Rafael Reyes,
nombres asignados y se le colocó luego de la partida de los Trujillo el
19 de Noviembre de 1961 a la que va al mercado con dicho nombre.
Estuve allí pese a mi
corta edad, entremezclado entre las personas que vociferaban frenéticamente
consignas contra Trujillo. Vendía dulces de leche rellenos de naranja que elaboraba
mi madre Octavia Espejo (Purita) y que a decir de los parroquianos eran unas
delicias y por eso se acababan rápido. Las aglomeraciones me convienen bastante
porque facilitaba la venta de los dulces.
Los jóvenes y adultos
anti trujillistas incluyendo a comerciantes del lugar decidieron derribar con
picos y una mandarria la base de piedra y cemento erigida en una esquina del
parque para sostener el busto de Trujillo. Pero llegó la Policía que
impidió la acción.
Un silencio expectante
arropó el momento. Los presentes callaron y se miraron temerosos unos a
otros. Los picazos y mandarriazos se detuvieron repentinamente. La expectativa
creció a cada segundo, y a cada minuto hasta que Martire Mesa, armado de furia
y mucho valor, arrebató la mandarria a la persona que la tenía y reinició los
golpes contra el muro que servía de sostén de la estatua de Trujillo.
El oficial que
comandaba la tropa policial sacó su pistola, la rastrilló y advirtió a Martire
que si daba otro mandarriazo él le dispararía. Los policías también
sacaron sus revólveres y fusiles. La tensión crecía y yo permanecía en el
lugar, observando, ajeno a una situación que pudo desencadenar en una matanza.
Desafiando la orden
del oficial, Martire Mesa, iba a seguir derribando el busto de Trujillo,
pero ante lo tensa de la situación los presentes les convencieron de que no
siguiera para evitar una tragedia. Los policías, lacerados en sus
sentimientos abiertamente trujillistas, no dudarán en disparar. Esa tarde-noche
“la sangre no llegó al río”, pero se acrecentó el espíritu de rebeldía y de
rechazo al trujillato todavía resuena en esa zona del Sur del país.
Ya en la etapa
democrática Martire Mesa se convirtió en contratista de obras del Estado y dio
trabajos a jóvenes del lugar. No obstante, continuaron las manifestaciones anti
trujillistas con Martire Mesa a la cabeza:
¡Pooopópooo, Martire
Mesa! ¡Abajo la dictadura de Trujillo, atrás los trujillistas…! ¡Fuera los
calieses!
Luego surgieron allí
locales del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) de la Unión Cívica Nacional
(UCN-Sombrerito de Cana) mientras los simpatizantes del 14 de Junio y otras
organizaciones de izquierda comenzaron a operar clandestinamente en toda la
comarca. Hasta hoy día.
*El autor es
periodista